La erupción del Volcán de Fuego, en Guatemala, cambió la vida de miles de personas de un momento a otro. A dos meses del desastre, todavía hay 2 mil 839 personas en albergues temporales.
En la emergencia han sido afectadas gran cantidad de mujeres jóvenes con roles reproductivos y de cuidado. Alma Miguel es una de ellas. “Nadie imaginó que íbamos a parar viviendo en un albergue. Todos teníamos nuestra casa y nunca imaginamos que, de pronto, el volcán haría erupción”.
Alma habla con tristeza sobre la pérdida de su vivienda en la aldea La Trinidad y el giro inesperado que dio su vida. Aunque su casa no fue destrozada por el flujo de ceniza hirviendo que bajó del volcán, su comunidad quedó en riesgo de un deslave de este material cuando comience la temporada de lluvias.
Ella, su esposo y su hijo de un año de edad fueron trasladados a un albergue habilitado en el Instituto Nacional de Educación Básica (INEB), en el municipio de Palín. Ahí, duermen en un salón de clases, un espacio que comparten con 24 personas más.
Esta emergencia atípica se ha convertido en un reto para el país y para el gobierno guatemalteco, porque, a diferencia de desastres anteriores, en esta ocasión las personas afectadas no pueden retornar a sus hogares.
Se ha iniciado el traslado de las familias a los Albergues de Transición Unifamiliar (ATU).
Mientras tanto, las familias desplazadas por la erupción permanecen en los refugios improvisados en escuelas, salones municipales e iglesias. Muchos de estos lugares no garantizan condiciones de vida dignas y seguras para la población albergada, sobre todo para grupos particularmente vulnerables, como las mujeres y niñas.
Existe incertidumbre entre las familias damnificadas sobre su futuro. “Es difícil con un bebé. Tuve que dejar mi trabajo para cuidarlo por la situación en la que estamos. No tenemos privacidad aquí, a uno como mujer le cuesta acostumbrarse a eso. Nunca será lo mismo que estar en nuestra casa”, señala Alma.
Proteger a las mujeres es salvar vidas
En el marco de la emergencia, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, continúa trabajando para que en la administración de los albergues se tomen en cuenta medidas para proteger a las poblaciones vulnerables, abordar la violencia basada en género, la violencia sexual, y la salud sexual y reproductiva.
“Son temas que parecieran no ser importantes durante la emergencia, pero que también salvan vidas. Otros países que nos han compartido su experiencia indican que en estos contextos la posibilidad de violencia por razón de género aumenta”, asegura Alejandro Silva, Oficial de Salud Sexual y Reproductiva de UNFPA.
UNFPA ha trabajado en años anteriores con las instituciones gubernamentales para generar conciencia sobre la necesidad de tomar en cuenta estos temas en los protocolos de emergencias y fortalecer sus competencias en estas áreas.
Pero aunque se reconocen ciertos avances, la seguridad de las mujeres y niñas sigue siendo una preocupación.
En el albergue del INEB, por ejemplo, las duchas y los baños están fuera del centro escolar, en un espacio donde actualmente se ha colocado una feria ambulante.
Ingrid Miguel, de 18 años, indica que en algunas ocasiones visitantes de la feria hacen uso de los sanitarios del albergue.
“Yo a veces me siento insegura de irme a bañar allá. Más ahorita que está la feria, porque hay hombres que se van a meter y no piden permiso”, lamenta.
UNFPA mantiene el compromiso de continuar brindando asistencia técnica para fortalecer las capacidades de las instituciones y organizaciones, promoviendo las medidas necesarias para prevenir hechos de acoso, violencia sexual y violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres.
Medidas a favor de las poblaciones vulnerables
UNFPA también promueve la participación de las mujeres en la administración de los albergues. Su liderazgo puede ser clave para la implementación de medidas de prevención de la violencia de género y violencia sexual.
Además, si las mujeres son parte de la toma de decisiones pueden incorporar sus necesidades específicas a la agenda de discusión.
“Dieron a cada líder de cuarto unos libros con recomendaciones para mejorar la organización del refugio. Es para que los leamos a las personas que están a nuestro cargo y reflexionemos juntos”, explica Sandra Montejo, lideresa del albergue del INEB, en referencia con el material informativo sobre la protección a mujeres y niñas que UNFPA entregó en ese lugar.
El pasado 20 de julio Sandra y otras autoridades del refugio recibieron a la representante de país de UNFPA, Verónica Simán, quien realizó una visita al instituto para la entrega de kits de higiene personal.
Los kits contienen artículos básicos que en algunos casos no están presentes en las primeras etapas de atención de las emergencias, como toallas sanitarias, jabón, shampoo, un peine, cepillo y pasta de dientes, entre otros.
“Son cosas que nos sirven siempre, las mujeres siempre tenemos esas necesidades que los hombres no tienen y no toman en cuenta”, comenta Sandra.
Otras acciones
UNFPA también esta apoyando a las comunidades afectadas por la erupción del Volcán de fuego brindando atención psicosocial, a través de una alianza con el Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial, ECAP.
Además trabaja en el área de salud sexual reproductiva, para asegurar que las personas albergadas tengan acceso a información y a métodos de planificación familiar, prevención de VIH y atención en caso de violencia sexual.
En el Ministerio de Salud UNFPA impulsa la implementación de un paquete de servicios iniciales mínimos, el cual consiste en un conjunto de estrategias para abordar dichas necesidades y las de poblaciones específicas, como mujeres embarazadas, a mujeres en estado de lactancia y mujeres que desean planificar la familia.
“En resumen, nuestro trabajo intenta posicionar estos temas y mantenerlos en la agenda de discusión, y garantizar un mínimo de insumos para atender las necesidades en materia de salud sexual y reproductiva. Creo que esta emergencia dejará un aprendizaje importante para futuras experiencias”, concluye el Dr. Alejandro Silva.