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Cada día, 176 niñas y adolescentes son madres en Guatemala. De acuerdo con el INE, en 2021 se registraron 64,341 nacimientos de madres entre 10 a 19 años. De ellos, 1,805 corresponden a niñas de 10 a 14 años, registrándose la mayor proporción de nacimientos entre madres de estas edades en Petén, Izabal y Huehuetenango.

Cada día, 176 niñas y adolescentes son madres en Guatemala. Pablo Salazar Canelos

Cuando una adolescente queda embarazada, su salud y oportunidades de desarrollo laboral pueden verse limitadas al volverse más vulnerable a la pobreza y la exclusión. La evidencia indica que la maternidad temprana está asociada a menores logros educativos, resultando en una preparación débil para insertarse en el mercado laboral, perpetuando la desigualdad de género. Asimismo, los impactos en la salud pueden ser devastadores. La maternidad a edad temprana conlleva mayores riesgos de padecer morbilidad y mortalidad materna: la razón de muerte materna se duplica en las adolescentes de 10 a 14, respecto de las mujeres de 20 a 24 años, así como la probabilidad de dar a luz niños de bajo peso, una de las principales causas de la desnutrición crónica.

En el ámbito social, el curso de vida de las madres adolescentes se trastoca con un fuerte impacto a nivel individual, pero también familiar y comunitario. Su autonomía y poder adquisitivo se debilitan, transformando la fecundidad temprana en una barrera para el desarrollo.

El estudio Milena, realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, sobre el impacto económico del embarazo en adolescentes en Guatemala, señala que, de las mujeres que fueron madres en la adolescencia, solo 2% logra un título universitario, frente al 9% de quienes fueron madres entre los 20 y los 29 años. Las mujeres que fueron madres antes de los 20 años tienden a permanecer más en el hogar realizando actividades no remuneradas y, cuando participan en el mercado laboral, encuentran una brecha salarial de 30% respecto de sus pares que fueron madres en la edad adulta. El impacto económico total del embarazo en la adolescencia en Guatemala sobre la actividad productiva se estimó en Q1,627.5 millones, equivalente al 0.28% del PIB.

Guatemala es un país con seis millones de adolescentes y jóvenes. Este grupo abre la oportunidad de capitalizar el bono demográfico, que se traduciría en un crecimiento anual adicional del PIB de, al menos, 1.4 puntos, una oportunidad única e irrepetible para apuntalar el desarrollo.

Si logramos reducir el embarazo en adolescentes se logrará reducir uno de los problemas principales que drenan el bono demográfico en Guatemala y perpetúa la pobreza. Esto incrementaría la contribución económica del 20% de las mujeres que, si todo siguiera igual, seguirían siendo madres adolescentes.

Revertir los indicadores de maternidad temprana en el país no es tarea fácil, hay que reconocer la existencia de barreras socioeconómicas y prácticas nocivas. Sin embargo, existen programas integrales que lo enfrentan: tal el caso del Plan Nacional de Prevención de Embarazos en Adolescentes (Planea) que incluye una serie de acciones para contrarrestar este fenómeno.

Prevenir el embarazo en adolescentes es posible con la implementación de estrategias que fortalezcan el acceso a la salud sexual y reproductiva, a la educación primaria y secundaria de calidad, incluyendo educación integral en sexualidad adaptada a la edad, y programas de sensibilización para eliminar los estereotipos sociales y de género. Alcanzar esto requiere el compromiso impostergable de todas y todos en asegurar las condiciones que favorezcan el disfrute y libre ejercicio de los derechos de las niñas, los niños y adolescentes.

 

*Representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA Guatemala

*Este artículo se publicó en Prensa Libre el 30 de septiembre de 2022