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Los fondos CERF para el Fortalecimiento de la salud reproductiva y mitigación de la violencia basada en género en la respuesta humanitaria debido a la desnutrición e inseguridad alimentaría en el departamento de Huehuetenango, han permitido mejorar la capacidad de respuesta de las familias, comunidades e instituciones ante la situación del hambre estacional. 

Para UNFPA abordar las situaciones que afectan los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres y la eliminación de la violencia basada en género, en especial la violencia sexual, es una condición para prevenir y atender la desnutrición en niños y niñas, así como su incidencia en las comunidades.

Para desarrollar este proyecto, UNFPA afianzó su alianza con la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud, ASECSA, fundada en 1970 y con un amplio recorrido en la formación a promotoras y promotores comunitarios, apoyo a clínicas comunitarias, atención en salud sexual y salud reproductiva, organización comunitaria y coordinación con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.   “La situación en los municipios de la región es bastante compleja, en especial para las mujeres, niñas y niños.  Nuestro propósito ha sido fortalecer acciones para disminuir la inseguridad alimentaria, desarrollando una coordinación comunitaria, brigadas nutricionales, la atención en salud sexual y salud reproductiva y el fortalecimiento al personal de salud institucional y las comadronas tradicionales” refiere David Ramos, Coordinador del Proyecto CERF en Huehuetenango.

En las comunidades, el aporte del Programa CERF ha sido valorado, como lo expresa Nery Gómez Pérez, presidente del Comité Comunitario de Desarrollo: “Agradezco la capacitación que nos han dado en el tema de salud, porque en nuestra comunidad tenemos problemas de violencia y de desnutrición, pero con el apoyo que nos han dado las organizaciones, nos ha ayudado mucho en nuestra comunidad.  Hemos hecho un trabajo junto a las señoras comadronas y con los Comités Comunitarios de Desarrollo, COCODES para mejorar esta situación.” 

El proceso de implementación, en términos cuantitativos ha logrado los siguientes resultados: 

Alcanzó 8 municipios de Huehuetenango, con un impacto en la organización de 115 comunidades priorizadas.

50 comisiones Comunitarias de Emergencia en Salud, construyeron sus propios planes de emergencia.  Las comisiones de salud dentro del proyecto han desarrollado 12 referencias de mujeres embarazadas con signos y señales de peligro; 31 casos referidos para atención prenatal; 14 adolescentes embarazadas y 12 niños con desnutrición aguda.

  • Alcanzó a 130 proveedores capacitados en atención de la salud materna – neonatal y planificación familiar.
  • Fortaleció las capacidades y el rol de liderazgo y prestación de salud de 245 comadronas, lo que representa 20% de las comadronas presentes en el área.
  • Fortaleció los conocimientos para la prevención y la atención de víctimas de violencia basada en género y violencia sexual de 48 prestadores de salud.
  • Entregó kits de emergencia a 2,400 mujeres, madres de niños con desnutrición, acompañados de charlas y materiales informativos que fortalecieron sus conocimientos.
  • Producto del trabajo del proyecto, se detectó comunitariamente y se refirió para una atención integral 9 casos de violencia basada en género y violencia sexual, incluyendo embarazos en niñas menores de 14 años. 
  • Se produjo y difundió una campaña de 8 spots generales y 32 spots comunitarios en los 8 idiomas locales para atender a la diversidad cultural y lingüística de la región.
  • Dotó de equipos de protección personal a prestadores de salud de los 8 municipios priorizados y a 245 comadronas.  

La señora Ericka Pérez, Comadrona tradicional de la comunidad de Naranjo II, refiere que “En este tiempo que estamos viviendo, debemos atender un parto limpio y seguro.  En primer lugar, ponernos nuestra bata, guantes y mascarillas, para defendernos nosotras mismas y para cuidar a la mujer a quien estamos atendiendo en el parto”.  El impacto del trabajo con comadronas tradicionales ha beneficiado a las comunidades al alcanzar: 

  • 1583 atenciones prenatales; 691 atenciones de partos; 909 atenciones post parto; 
  • Detección y referencia de 1,218 mujeres para atención prenatal en Servicios de Salud; así como de 126 mujeres con signos y señales de peligro en embarazo y parto; 30 mujeres con desnutrición. 
  • Las comisiones de salud dentro del proyecto han desarrollado: 12 referencias de embarazadas con signos y señales de peligro, 31 de mujeres a atención prenatal, 14 embarazadas adolescentes y 12 niños con desnutrición Aguda

En regiones donde existe alta desnutrición aguda y mortalidad infantil que es prevenible, existe una relación directa entre la falta de acceso de las mujeres a los servicios de salud sexual y reproductiva y las situaciones de violencia basada en género, con la seguridad alimentaria. “Una mujer que no puede ejercer sus derechos no va a poder tener las mejores condiciones para tener una maternidad saludable ni para asegurar la salud de sus hijos e hijas. La intervención que está realizando UNFPA junto a ASECSA es una intervención de salud sexual y reproductiva y violencia basada en género, dirigida a salvar vidas”, indica Pablo Salazar-Canelos, Representante de País de UNFPA.

En Guatemala el hambre estacional produce situaciones humanitarias que se presentan año con año. El proyecto CERF desarrollado en Huehuetenango, genera conocimiento nacional y local sobre cómo abordar los temas de derechos sexuales y reproductivos, la prevención y atención de la violencia basada en género y la violencia sexual, como un determinante clave de la desnutrición aguda y crónica y con ello incorporar estos temas a la respuesta humanitaria general, pero en especial la asociada al hambre.  

 

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